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Tres buenas noticias sobre la COVID-19
Wildau (Alemania), 16 de marzo, 2021. – El virus SARS-CoV-2 lleva un año entre nosotros y según una encuesta[1] reciente una de cada dos personas padece de lo que podría llamarse “fatiga-covid” y/o se siente expuesto al patógeno. En relación al deprimente flujo diario de noticias relacionadas con el virus, cabe destacar que existen estudios esperanzadores que demuestran que podemos bajar el riesgo de infección y que, en el caso de ser infectados, podemos influir en el curso de la enfermedad. La atención se centra cada vez más en el microbioma intestinal y los expertos de la empresa de biotecnología BIOMES proponen un resumen de los últimos hallazgos positivos.
Primera buena noticia: un estudio demuestra la relación entre el equilibrio de la flora intestinal y las respuestas inmunitarias contra la COVID-19
“Si nuestro organismo reacciona defendiéndose de un virus o de bacterias no deseados, hablamos de una respuesta inmunitaria. Cuanto más eficaz sea esta respuesta, menor será el riesgo de desarrollar síntomas o de enfermar gravemente tras el contacto con el virus”, explica el doctor Paul Hammer, director general de BIOMES.
Del estudio trasciende que el intestino desempeña un papel crucial. “Hay dos áreas importantes: en primer lugar, está la mucosa intestinal, ya que hasta el 80 por ciento de todas las células inmunitarias se encuentran aquí, en particular las células B, o sea, las que producen anticuerpos”. Hammer, que es biólogo de sistemas, prosigue: “En segundo lugar está la flora intestinal. Si el microbioma intestinal está óptimamente poblado de bacterias saludables, el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y de obesidad se reduce. Dicho de otra manera: se reducen los mismos factores que han demostrado ser determinantes para la gravedad de la patología de la COVID-19 y, por ende, las tasas de mortalidad[2]“. Entre los hallazgos de un estudio reciente publicado en el BMJ Journal Gut[3] está el hecho de que la flora intestinal suele estar debilitada en esos mismos grupos de riesgo. Los resultados sugieren que podemos influir positiva o negativamente en el curso de la enfermedad con nuestra dieta y con nuestros hábitos de vida.
¿Pero cómo podemos reforzar nuestro microbioma, es decir, aumentar el número de cepas bacterianas buenas? “La clave está en el estilo de vida y en una dieta equilibrada. Lo que comemos influye directamente en la composición de nuestra flora intestinal y, por tanto, en la fuerza de nuestro sistema inmunitario”, dice Hammer. Deberíamos centrarnos en alimentos amigables con el intestino y ricos en fibra, como las verduras, las frutas y los cereales integrales. “La fibra dietética es un componente de las plantas no digerible para el ser humano. Se ha infravalorado durante mucho tiempo. Pero hoy sabemos que estos componentes son aprovechados por las bacterias y que además de proporcionar una buena flora intestinal, protegen contra la diabetes. En este contexto, los probióticos, como el yogur, el tofu y el kéfir y las verduras fermentadas también son útiles”.
Segunda buena noticia: los probióticos pueden aliviar los síntomas de la COVID-19 y reducir el riesgo de un desarrollo grave de la enfermedad.
Al principio de la pandemia, se pensaba que la COVID-19 era principalmente una enfermedad pulmonar. Pero pronto quedó claro que se trataba de un virus multiorgánico[4] que podía afectar a diversos órganos. “Los intestinos, en particular, suelen verse afectados. Los enfermos suelen padecer diarrea, por ejemplo”, afirma el microbiólogo Dr. Tewodros Debebe, director científico de BIOMES. En un estudio[5] reciente publicado en la revista Frontiers in Medicine, los médicos dividieron a los pacientes de la COVID-19 en dos grupos: ambos grupos recibieron el mismo tratamiento médico contra el virus, pero sólo uno de ellos recibió adicionalmente un probiótico compuesto por varios cultivos bacterianos. “Los resultados fueron impresionantes porque en este grupo, además de reducirse los síntomas intestinales en casi todos los pacientes en 72 horas, el riesgo de complicaciones pulmonares era 8 veces menor.” añade Debebe, quien espera que estos hallazgos se tengan en cuenta para el tratamiento de los enfermos de la COVID-19.
Tercera buena noticia: siguiendo la pista a los mutantes.
Mientras que los equipos de investigación siguen descubriendo nuevos hechos sobre la COVID-19, las mutaciones causan cada vez más dolores de cabeza a los científicos, a los gobiernos y a las instituciones como el Instituto Robert Koch (RKI). En España circulan ya 10 variantes diferentes del SARS-CoV-2 de. La variante más extendida en nuestro país es la británica, aunque también hay riesgo moderado de que se extiendan la sudafricana y la brasileña[6]. En Gran Bretaña, la nueva variante B.1.1.7. hace estragos, en Sudáfrica la variante mutada B.1.351 se extiende rápidamente. Ambos mutantes ya hace tiempo que están presentes en el continente europeo y parecen confirmarse las sospechas de que podrían ser significativamente más contagiosos que el virus original. Todavía no está muy claro si conducen a enfermedades más graves o si son más letales. Tampoco está claro si las vacunas aprobadas hasta ahora serán también eficaces contra estas variantes. Hasta la fecha, el material genético de los virus en cuestión apenas ha sido examinado. “Pero es precisamente a través de este análisis específico, también llamado secuenciación del genoma, que se puede identificar a todos los mutantes y sacar conclusiones sobre su propagación” explica el doctor Hammer.